Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en Portugal. Muchos lectores ya conocen el CBD por su potencial ansiolítico y antiinflamatorio; algunos se preguntan si este mismo potencial puede aliviar la tensión arterial o proteger las arterias del desgaste del tiempo. La buena noticia es que varios ensayos clínicos y estudios preclínicos apuntan en esa dirección. La mala noticia es que, hasta la fecha, los estudios en humanos siguen siendo a pequeña escala o de corta duración. Este artículo resume lo que sabemos, las dosis estudiadas, las interacciones farmacológicas más importantes y las buenas prácticas de control domiciliario.
El sistema cardiovascular en el punto de mira
A primera vista, el corazón y el sistema endocannabinoide parecen mundos aparte, pero en realidad comparten varios puntos de contacto. El endotelio -la fina capa que recubre el interior de las arterias- libera monóxido de nitrógeno (NO) para mantener los vasos relajados. Los procesos inflamatorios persistentes reducen esta liberación, endureciendo las arterias y elevando la tensión arterial. Aquí es donde entra en juego el CBD: al modular los receptores CB1, CB2 y los canales TRPV, puede influir en la producción de NO, atenuar las citocinas inflamatorias como la IL-6 y el TNF-α y limitar el estrés oxidativo que debilita las paredes vasculares. En el caso del «inflammaging» -envejecimiento acompañado de inflamación crónica de bajo grado- estos mecanismos pueden marcar la diferencia.
Quién puede beneficiarse
Algunos perfiles parecen candidatos obvios para realizar pruebas minuciosas con CBD: personas con hipertensión de leve a moderada que desean potenciar el efecto de los fármacos convencionales; pacientes con síndrome metabólico, en los que la inflamación sistémica agrava el riesgo cardiovascular; e individuos sujetos a picos de tensión arterial inducidos por el estrés. En todos estos casos, es esencial considerar el CBD como un complemento, nunca como un sustituto de la medicación prescrita.
Posología práctica y formas de consumo
Al empezar, la regla “Start Low, Go Slow” sigue siendo imbatible. Un punto de partida de 10 mg/día de aceite sublingual de amplio espectro al 5% permite observar la tolerancia; a partir de ahí, añade 5 mg semanales hasta el tope habitual de 40 mg/día. Este aumento gradual ofrece dos ventajas: minimiza el riesgo de hipotensión súbita y facilita la detección de interacciones con betabloqueantes, anticoagulantes o estatinas. Quienes prefieran las cápsulas, pueden optar por una formulación que combina CBD y omega-3, fácil de tomar en una sola dosis matutina, aunque el inicio del efecto es más lento (unos 60-90 min). Para controlar los picos de presión nocturnos, existen cápsulas blandas que combinan CBD y melatonina, pero evítalas si estás tomando sedantes.
Las personas con hipotensión en reposo (< 90/60 mmHg) o enfermedad hepática avanzada deben evitar el suplemento.
Monitorización doméstica
La mejor forma de averiguar si el CBD te está ayudando -y si lo estás haciendo de forma segura- es medirte la tensión arterial dos veces al día (al levantarte y a última hora de la tarde) durante al menos cuatro semanas. Bastará con un esfigmomanómetro automático y un cuaderno de registro. Combinar este autocontrol con revisiones trimestrales, que incluyan un ECG y pruebas de la función hepática, garantiza la detección precoz de cualquier variación anómala. Síntomas como mareos intensos, palpitaciones o dolor torácico requieren la suspensión inmediata de la CBD y una evaluación médica.
Hacia dónde se dirige la investigación
Varios grupos académicos están planificando ensayos de fase III en hipertensión resistente, comparando el CBD solo y formulaciones con THCV o terpenos cardioactivos. Otros equipos están explorando el uso postinfarto para prevenir el remodelado ventricular, un área prometedora en modelos animales. Si estas líneas de investigación confirman beneficios claros y seguridad a largo plazo, es probable que pronto veamos productos de «mezcla cardio» con protocolos de dosificación estandarizados.
Conclusión: ¿merece la pena probarlo?
En las dosis estudiadas (hasta 40 mg/día), el CBD tiene un perfil de seguridad favorable y muestra capacidad para disminuir ligeramente la presión arterial, reducir las citocinas inflamatorias y amortiguar las respuestas al estrés. Las pruebas aún no son lo bastante sólidas como para sustituir a las terapias de primera línea, pero sugieren un papel como complemento, sobre todo en pacientes que buscan un control más preciso de los picos de tensión arterial o una reducción de la inflamación vascular. Quienes opten por esta vía deben elegir productos con certificado de análisis, empezar despacio, controlar los valores en casa y mantener un diálogo abierto con su cardiólogo.